Ok, esto puede parecer ridículo, pero dicen que lo que más cuesta es la adaptación. Y no es por ir en contra de todo ese caudal de sentimientos encontrados que experimentas cuando entras en una nueva oficina/clase/lugar, pero realmente disfruto de este tiempo.
Es cuando se espera que los nervios te traicionen, y por eso hacen "la vista gorda". O cuando, pensando que ya la tenés clara, haces la gran "y sí viste, porque tal cosa es así y así", y en realidad te estás mando un moco tremendo.
O, como casi siempre me pasa a mí, te olvidás el nombre de la cara que estás viendo todos los días de la semana, y quedás como: a) Una mal educada; b) Una colgada; c) Una mal educada colgada. Creánme, me suele suceder.
Otra constante: el apego a etiquetas sociales (o estereotipos), hace que algunas veces tendamos a clasificar. Así, es probable que tengamos a la/él cheto/a, la/él lindo/a y su opuesto feo/a, la/él creído/a (mote que me he ganado más de una vez...), etc.
Ahhh... este es un tiempo de múltiples oportunidades! No sé porque alguien lo defenestraría, y desearía en su lugar al otro tiempo: ese en que la rutina del día a día te dice que ya te acomodaste en un lugar.
No, gracias. Paso.
Adios!
Campanita*
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