martes, 25 de septiembre de 2007

Cuando no desayuno


Estaba cruzando diaz Velez a eso de las 9 am, y las luces del sol en el reflejo del semaforo me lastimaban los ojos.

Cruce la avenida rogando no chocarme con nada (autos incluidos), y los tacos me pesaban mas que de costumbre.

Para variar, era tarde, y no lo hago por pereza, sino por costumbre: Mr. P es un hombre de habitos nocturnos, y es obvio que las clases del martes le cuestan mas que a nosotros. Amen.

Me lo encontre en el ascensor, y me increpo por faltar el martes pasado. Les dije que no llevaba maquillaje? No les puedo explicar lo que significa no llevar mascara para mi, mas cuando es martes, no dormi bien, de paso no comi, y tengo que ser creativa con mi profesor. Resultado: no me salio, y dije la verdad. Rara excepcion.

Clase: repaso de los parciales domiciliarios. No me acuerdo en que estaba pensando, solo se que flotaba en la nebulosa de la clase dormida, pensando en el sandwich y el cafe con leche que no habia comido y que anhelaba engullir.

Es increible lo raro que pueden ser los pensamientos hambrientos: hace años que no convivia con la genialidad del hambre am, pero lo que antes era motivo de orgullo, ahora me agota, me atolondra, y no me deja funcionar. No me hace mas bien.

Quiero dejar algo en claro: no me arrepiento de mis años de restricciones y vomitos; me hicieron lo que soy hoy, y de eso si estoy orgullosa. De lo que si me arrepiento es, tal vez, de la poca vision, y de los años de pensamientos plenos que me perdi. Definitivamente, el desayuno me hace falta.

Aprender que el cuerpo no es un muestrario de las miserias emocionales, me cuesta. Todavia no aprendi.

Saber que ahora puedo lastimarme sin somatizarlo puede parecer insignificante, pero me gusta pensar que duele mas una palabra, una retorica sagaz, una discusion inspirada, un plan digno de la mejor de las arañas.

Pero despues de haber comido su racion de moscas (puaj! muy mala analogia).


Adios!


Campanita

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